“Las
elecciones son en tres meses, pero el alcalde prácticamente ya está elegido” dijo Hugo López a su socio Carlos Rendón. Ambos buscaban sacarle la vuelta a la
estafa de la cual habían sido víctimas tres semanas atrás, cuando habían
decidido comprar un terreno de 3000 metros cuadrados en las afueras de la
ciudad con buena parte de los ahorros de sus vidas. Ninguno de ellos tenía mucha
experiencia en bienes raíces, pero decididos a hacer el gran negocio, no
dudaron en pagar de inmediato el precio de oportunidad al cual se estaba
ofertando el gran lote. Después de la compra formaron una inmobiliaria, la cual
mandaría a construir un complejo habitacional cuyos departamentos serían
vendidos a muy buen precio gracias al boom de vivienda en la ciudad. Era un
negocio que parecía no tener pierde.
No
fue sino hasta que el representante de la constructora elegida visitó el lote que
ambos se llevaron una amarga sorpresa. “Toda esta zona es una quebrada seca, se
inunda cada vez que hay lluvias fuertes” dijo el ingeniero. Vinieron más palabras y explicaciones
técnicas, pero ninguno de los dos estaba escuchando, en sus
mentes solo retumbaba esa primera frase de un verdadero especialista; su flamante adquisición
no era más que un gran cauce de rio esperando sin prisa volver a la vida. Al
salir de su abstracción, vino otro golpe tan devastador como el primero. “El
terreno está lejos de las redes de agua, sería difícil y costoso traer hasta
aquí líquido elemento suficiente para todo un complejo habitacional, para una
casa o dos quizás, pero para decenas de departamentos…muy difícil y caro…sería
prácticamente imposible abastecer a todos manteniendo un margen de ganancia
para el proyecto. De construirse, los residentes sufrirían de escasez hídrica permanente”.
“¿Y
si construimos de todas maneras?” preguntó Carlos.
“Se puede”, afirmó el ingeniero, “pero pueden
haber problemas. Para construir se necesita sacar licencia, ésta la entrega la
Municipalidad. El actual alcalde, el doctor Federico Rodríguez, es un tipo muy correcto.
Su gerente de Desarrollo Urbano, el arquitecto Alberto Solórzano, evalúa las
peticiones de licencias y prácticamente es él quien decide si entregarlas o no;
también es una persona muy derecha, con ellos ni hablar. Sin embargo, su
periodo en la alcaldía ya está terminando…no sé…quizás los próximos sean más
accesibles. Díganme ustedes, yo construyo cuando me lo indiquen, es su decisión”
Se
despidieron del ingeniero llenos de frustración, heridos en lo más profundo de
sus egos y ambiciones.
Algunos
días después, la voz de Hugo sonaba optimista al otro lado del teléfono. “Ven a
mi casa Carlitos, ya sé cómo saldremos airosos de todo esto”. Camino a casa de su socio, Carlos se
preguntaba con qué saldría Hugo esta vez. Era él quien lo había convencido de
invertir en el terreno, no habían intercambiado palabras en una semana, desde
el día que discutieron luego de hablar con el ingeniero constructor. Después de
recibirlo efusivamente e invitarle una copa de whisky barato, Hugo comenzó a
presentar su plan: “Quiero hablarte sobre el asunto del terreno, no todo está
perdido hermano”. El humor de Carlos iba mejorando conforme Hugo avanzaba con su
discurso. “Empecemos a construir sin licencia, la zona está tan alejada que
nadie nos va a molestar, luego hacemos una preventa de departamentos a precios
bajos, es decir una adquisición en proyecto. Yo tengo varios amigos profesores
que están dirigiendo la Derrama Magisterial, es algo así como una cooperativa
de profesores de escuelas públicas, ya
he hablado con ellos y me aseguraron que con tan solo un pequeño “incentivo” de
unos veinte mil soles, podemos asociarnos para venderles departamentos a los afiliados
con descuento por planilla. Es decir, una vez un profesor califique para el
programa y firme la autorización de descuento, la Derrama nos paga la totalidad
del costo de cada departamento que se venda, y luego ellos descuentan ese monto de los sueldos de los
docentes, con sus respectivos intereses, durante 10, 15, 20 o hasta 25 años. Vendemos la idea como si fuese un
apoyo para que los maestros tengan vivienda a precios accesibles, estoy seguro
que éstos acudirán en tropeles por ésta única oportunidad de hacer realidad el
sueño de la casa propia. Mientras tanto, vamos a apoyar con una contribución en
efectivo “off the records” la campaña del candidato a la alcaldía Jaime Llontop,
es compañero mío de la promoción 87 del Lizarzaburu del Porvenir y está primero
en las encuestas de lejos. Las elecciones son en tres meses, pero el alcalde
prácticamente ya está elegido”.
Luego
agregó: “una vez electo, Jaime nos deberá un favor, estoy seguro nos dará la
licencia sin investigar mucho sobre la ubicación del terreno. Tú sabes,
construimos así nada más, con material pobre y barato, total, igual el huayco algún
día va a venir y se va a llevar todo eso. Vas a ver, venderemos todo y haremos
la entrega rápido. Los profesores y sus familias se van a mudar de inmediato.
Cuando vengan las inundaciones, ya habremos vendido y cobrado todo, los
descuentos serán problema de la Derrama. Además, tú sabes que el representante
legal de nuestra empresa es un sobrino lejano mío, le hice firmar a cambio de una
propina y una noche en un conocido club nocturno camino a Huanchaco, si hay
algún problema, es él quien tendrá que vérselas con todo. Nosotros, como ves,
¡nada que ver! He pensado en todo”
Carlos
no podía caber en su piel de contento, admiraba la sagacidad de su amigo y
socio para convertir la adversidad en oportunidad.
Los
resultados de las elecciones dieron una victoria arrolladora a Jaime Llontop.
“Te dije, ya está. Hay que dejar unos días para que se instale bien y luego
regularizamos lo de la licencia”
Pasaron
tres semanas después de las elecciones y los bloques de departamentos ya
comenzaban a tomar forma. La campaña publicitaria dirigida a los docentes de la
Derrama estaba siendo un éxito. Muchos ya habían firmado solicitando los
descuentos por planilla y estaban en pleno proceso de calificación. “El
esfuerzo vale la pena con tal de contar con un techo propio donde vivir”
pensaban los maestros. Hugo decidió que ya era
tiempo de visitar a su amigo el alcalde Llontop.
“Bienvenido
Hugo”, exclamó el alcalde al ver entrar en su despacho a su camarada de
aventuras escolares.
“Amigo,
veo que te va de maravilla como alcalde, es todo un honor haberte apoyado en la
campaña”. Así inició Hugo la amena charla, donde se combinaron anécdotas
escolares, los avatares de la campaña y los planes para la ciudad. Pasado un
rato y roto definitivamente el hielo, Hugo lanzó a la palestra el verdadero
propósito de su visita: “Amigo, vengo para pedirte un pequeño favor, tengo un
proyecto de construcción de departamentos para docentes. Ya lo tenemos avanzado
y muchos maestros ya están en plena evaluación para comprar sus inmuebles, pero
hay un pequeño detalle, no hemos formalizado el tema de la licencia de
construcción de la municipalidad, no tuvimos tiempo. Me falta ese documento
para que la Derrama me haga los pagos una vez los profesores califiquen. Estoy
seguro me puedes apoyar con eso, te lo voy a agradecer bastante Jaimito”.
“No
faltaba más Hugo” replicó el alcalde. “Ahorita mismo derivo el caso al Gerente
de Desarrollo Urbano, no es necesario que lleves el expediente técnico, yo le
diré que está todo en orden y que firme nada más sin mucha complicación. Mañana
ya estará todo listo, lo recoges del despacho de Desarrollo. Dime una cosa, tú
ya verificaste que está todo en regla, ¿verdad?
“Por
supuesto Jaimito” respondió Hugo. “¿Tú crees que me atrevería a traer todo esto
ante ti si no fuese así?”. “No, no. Claro que no, yo sé que tú eres un hombre
derecho” dijo el alcalde. “Ahora me disculparás, tengo mil pendientes. Gusto de
verte hermano, ya nos reunimos otro día para conversar”.
Tal
cual lo ofreció el alcalde, Hugo recogió su licencia el día siguiente. Esa
noche fue a celebrar con Margarita, su asistente personal con quien desde hace
algunos meses compartía largas noches de desenfreno y lujuria cuando su esposa
se encontraba en comisión de trabajo en la capital. “Esta escapadita me va a
venir bien hoy” pensaba Hugo. Recogió a Margarita y fueron a una cabaña rústica
en la discreta playa de Puémape, a 90 minutos de la ciudad. Hugo le contó sobre
el éxito de su proyecto, lo cual fue celebrado por Margarita con contorsiones
más intensas y atrevidas de lo acostumbrado. Lo mejor de la sesión aún estaba
por venir cuando Hugo cayó en cuenta del constante golpeteo en la calamina que
servía de techo. “¿Qué es eso?” Se preguntó en voz alta. “Es solo un poco de
lluvia” replicó Margarita, “tú sigue en lo tuyo”. “Pero ya lleva buen tiempo
sonando, es una lluvia muy fuerte, parece de la Selva” pensaba Hugo.
Esa
noche, mientras Hugo manejaba de vuelta a la ciudad, la intensidad de la lluvia
no hacía más que aumentar y aumentar. En sus 47 años de vida, nunca había visto
un aguacero tan fuerte sobre su tierra natal. Las calles estaban tan inundadas
que algunos vehículos se quedaban estancados en medio de la decadente cinta
asfáltica. Cuando finalmente llegó a casa, encontró la sala inundada por un
cauce proveniente del agua de lluvia empozada en el patio; las cañerías de
desfogue que deberían haber evitado el desastre habían colapsado. Fue mientras
intentaba poner a buen recaudo los enseres de la casa que un temor emergente de
su entrañas llegó a su mente…no podía ser…
“El
fenómeno anómalo del Niño costero ataca la zona norte del Perú” era el titular
de todos los medios del país. Durante semanas, la lluvia sólo paraba para tomar
aliento y volver a azotar con más fuerza la siguiente vez. Al cabo de unos
días, las quebradas de las alturas se activaron una tras otra, haciendo que
toneladas de piedras y lodo desciendan sobre la ciudad con furia infernal,
arrastrando todo a su paso. La quebrada donde se encontraba el proyecto de Hugo
y Carlos fue una de las primeras en despertar. Uno a uno, los bloques de departamentos
fueron destruidos, hasta que solo quedó un cauce indómito que no menguaría en
varias semanas; la naturaleza reclamó como suyo lo que el hombre le quiso
arrebatar.
“Señor
López, le llamo por encargo del alcalde, quiere reunirse con usted el día de
mañana a las 11:00 am” dijo la secretaría a Hugo por teléfono. Hacía ya tres
meses que las precipitaciones habían cesado, fueron tres semanas de huaycos y
tormentas que dejaron a todo el norte del país destruido; viviendas, sembríos, proyectos
de irrigación…todo había sido borrado sin rastro. Llevaría meses, incluso años,
recuperarse. En cuanto a los departamentos, Hugo y Carlos perdieron
absolutamente todo, no llegaron a hacerles ningún depósito pues la Derrama se
negó a aceptar la licencia de construcción que Hugo les quiso dar una vez
iniciadas las lluvias. Para ese momento, ya se había hecho evidente que el
proyecto se encontraba en una zona de inundación, que era todo una estafa.
“¿Qué
querrá hablar conmigo Jaime?” Se preguntaba Hugo. “Ya se dio cuenta que quise jugarle
chueco con lo de la licencia de construcción, ¿querrá encarármelo? Sentado en
la sala de espera del despacho edil, sentía una mezcla de ansiedad y vergüenza
al tener que enfrentar a un viejo camarada de quien había pretendido
aprovecharse.
“Toma
asiento Hugo”, le dijo gravemente el alcalde Llontop cuando Hugo fue invitado a
entrar a su oficina. “Jaime…amigo…lo siento…me imagino de lo que quieres
hablarme…yo…”. “Por favor escúchame Hugo” lo interrumpió el alcalde. “Ya estoy
al tanto de todo, tu proyecto no era más que una gran estafa. Sabes, con eso me
has demostrado que eres un ser humano vil, que no te importa aprovecharte de
los más necesitados con tal de sacar ventaja para ti; eres ruin y despiadado, sin
ninguna sensibilidad social, por dinero eres capaz de pisotear y perjudicar a
los más pobres, incluso a tus amigos y familiares. No tienes ningún valor,
moral o ética más allá de la propia satisfacción; y me involucraste en eso,
para ti la política no es más que una forma de llenarte los bolsillos a toda
costa, sin contemplaciones de ningún tipo; no te interesa el bienestar del
pueblo más que como pantalla para engrosar tus cuentas y defender tus oscuros
intereses. En fin, tienes el perfil ideal que necesito para el nuevo Gerente de
Desarrollo Urbano, ya saqué al gerente de la gestión anterior que se hacía el
muy correcto. Hugo, hermano mío, ¿puedes comenzar a trabajar el lunes?
16
de agosto del 2017. Trujillo, Perú